María Antonia Rodulfo Boeta, primera pregonera de las fiestas de Petrer en 1968. Hace 50 años

Por Maite Maestre García

En ocasiones, sin ninguna explicación, el paso del tiempo diluye los hechos ocurridos en un lugar. Además, la memoria es frágil si los sentimientos no hacen acto de presencia. Por ello, en la mayoría de situaciones los acontecimientos históricos se desvanecen y solo quedan presentes en la palabra escrita. ¿Quién recuerda que en 1968 fue una mujer, la primera, en pregonar las fiestas de moros y cristianos de Petrer?

María Antonia Rodulfo Boeta, nacida en la ciudad de Málaga en 1923, fue la pregonera de las fiestas hispano árabes de Petrel de 1968 (denominación oficial otorgada por el Ministerio de Información y Turismo en junio de 1967 junto con la declaración de fiestas de interés turístico nacional).

María Antonia, realizó sus estudios en la ciudad de Madrid y cursó el bachillerato en el colegio San Luis de los Franceses. Aunque estaba en plena posguerra éste era “un colegio espléndido donde se respiraba libertad y exigencia académica al mismo tiempo”, palabras de la propia María Antonia expresadas en un texto titulado Historia de una amistad y escrito junto con su amiga Ulia Churtichaga. Allí fue alumna de Dolores Franco de Marías (esposa de Julián Marías, escritor y pensador español) que le impartió clases de filosofía dejando una marca imborrable en María Antonia. A partir de ahí, se inició entre la  maestra y la alumna una “amistad inquebrantable, llena de afecto, de respeto y de admiración…”. Las tertulias a las que acudía, cada semana, a casa de la familia Marías marcaron su juventud y determinó su forma de pensar, así lo expresa ella misma en el artículo anteriormente citado. “Cuántas charlas profundas y sencillas al mismo tiempo, que fueron modelando casi sin darnos cuenta nuestras mentes, qué contraste entre la mediocridad de los profesores de la Facultad y el rigor intelectual que allí se respiraba”.

Tras sus estudios superiores en la facultad de filosofía y letras impartió clases en el colegio Cervantes de Madrid. Allí, un joven oriundo de Petrel llamado José Luis Perseguer, fue su alumno. Aunque, por aquel entonces no lo sabía, aquella relación vincularía a María Antonia Rodulfo a nuestro pueblo algunos años después.

El 13 de septiembre de 1963 y tras aprobar un concurso de oposiciones, María Antonia, entra a formar parte del Ministerio de Información y Turismo como administrativa superior. Un año más tarde una orden ministerial  (B.O. Nº. 25 del 19 de octubre de 1964) da el visto bueno a un proyecto para fomentar el turismo y promover las virtudes de los pueblos españoles con el fin de atraer visitantes extranjeros. Este sutil aperturismo del régimen contagia a los dirigentes de la Junta Central de Comparsas de Petrel encabezada por Hipólito Navarro Villaplana, conocido como el tío Guitarra. Ese mismo año empiezan a tramitar la documentación para declarar las fiestas de moros y cristianos como fiestas de interés turístico nacional.

Sin embargo, no fue hasta el mes de marzo de 1967 en el que llega a Petrer una delegación del Ministerio de Información y Turismo con el fin de dar conformidad a esta disposición solicitada unos años antes y que fue concedida el 27 de junio de ese mismo año. La cualificación ministerial las declaraba como fiestas hispano árabes. Esta denominación resultaba más cómoda para los funcionarios del Ministerio de Información y Turismo que la popularmente utilizada, fiestas de moros y cristianos. Como prueba de que existía un espíritu promocional extendido e interiorizado en todo el país es característica las frase con la que cierra el acto del Pregón de 1967 el pregonero, Jesús Tordesillas (actor predilecto del cine español del momento que rodó más de 100 películas) y que se convertirá en el lema de aquellos momentos, “España es diferente”.

En aquella visita del Ministerio de Información y Turismo, encabezada por Jaime A. Segarra, subdirector general de promoción al turismo (al que el ayuntamiento le impuso el escudo de oro y brillantes de la villa de Petrel) vino la pregonera de 1968, María Antonia Rodulfo Boeta. Antes de irse de nuestra localidad se comprometió a volver al año siguiente a proclamar las fiestas hispano árabes de Petrel, convirtiéndose en la primera pregonera de nuestro pueblo.

En abril 1968 se celebró el IV Pregón de las fiestas de moros y cristianos organizado, un vez más, por el Club de la Juventud. Como venía siendo habitual se celebraba la mañana del Día de Banderas en el desaparecido cine Regio (actualmente donde se sitúa el Campus, sede de la comparsa Estudiantes). En este acto se alabó la figura de las abanderadas con poemas y cantos en honor a ellas. Declamados por jóvenes de la localidad con inquietudes artísticas. Además, se les hizo entrega a cada una de las homenajeadas de un pergamino conmemorativo de ese acto.

María Antonia Rodulfo Boeta, pregonó las fiestas hispano árabes de 1968 convirtiéndose en la primera mujer en atesorar ese honor. En su viaje a nuestra localidad la acompañaron el célebre pianista Luis Prego y el fotógrafo Baldomero Pestana . Gracias a su visita como pregonera entabló una firme y entrañable amistad con Pedro Herrero Herrero, alcalde de Petrel en ese momento y con su mujer, Rosita Díaz Pascual. Nació entre ellos y su familia una relación fraternal que hizo volver a María Antonia Rodulfo Boeta en muchas más ocasiones.

Con un verso de Juan Ramón Jiménez procedente de su obra Diario de un poeta recién casado comienza su discurso María Antonia Rodulfo: “esta es la tierra que ha hecho posible que las alas arraiguen y que las raíces vuelen”. En este verso es palpable la utilización de un aforismo de contrarios con el objetivo de unir los dos extremos a través de la PALABRA POÉTICA para alcanzar la realidad plena. Es decir, la pregonera hace uso de este verso para mostrar una dualidad. Quiere hacer hincapié de la existencia de dos realidades opuestas. Por un lado, las ciudades deshumanizadas y materialistas, por otro, la aldea cercana y tranquila.

A continuación, las palabras de María Antonia, describen nuestro pueblo como “tierra humanizada, entrañable, sencilla… Todavía es posible encontrar sobre suelo español rincones como este, donde la gente se conoce por sus nombres, donde la vida se hace en común, como algo que a todos importa, y donde la batalla del vivir y trabajar es una victoria del hombre y del pueblo”. En estas palabras se vuelve a apreciar un profundo conocimiento de la dualidad entre la grande urbe, de la que ella procede, y las pequeñas poblaciones como la nuestra. Para confirmar su argumento de alabanza a las zonas rurales hace uso de un fragmento del poema de Miguel Hernández, El silbo de afirmación en la aldea , que dice así:

“Aquí la vida es pormenor: hormiga,
muerte, cariño, pena,
piedra, horizonte, río, luz, espiga,
vidrio, surco y arena.
Aquí está la basura
en las calles, y no en los corazones.
Aquí todo se sabe y se murmura:
No puede haber oculta la criatura
mala, y menos las malas intenciones.

Nace un niño, y entera
la madre a todo el mundo del contorno.
Hay pimentón tendido en la ladera,
hay pan dentro del horno,
y el olor llena el ámbito, rebasa
los límites del marco de las puertas,
penetra en toda la casa
y panifica el aire de las huertas”.

En un primer momento, el uso de estos versos para confirmar la tesis sobre la vida apacible y cercana de los pueblos hace pensar en la intención ingenua de la pregonera. En cambio, si lo pensamos bien, la utilización de un poema de un escritor prohibido y sentenciado por el régimen franquista para corroborar su discurso, demuestra que nuestra primera pregonera es una mujer culta, moderna y, en aquel momento, se sentía librepensadora. Aunque debemos tener presente que eligió uno de los poemas aparentemente menos reivindicativos y luchadores de Miguel Hernández,  con el objetivo de alabar nuestra población y confirmar su argumento con ellos. Aún así, es destacable que haya elegido a este autor tan denostado durante la dictadura.

María Antonia Rodulfo, también recordó las palabras del escritor José Martínez Ruiz, Azorín, sobre las calles de nuestra localidad; “Petrel se asienta en el declive de la colina, solapado en la fronda, a la otra banda del valle de Elda, dominando con sus casas blancas y su castillo bermejo el oleaje, verde, gris, azul, de la campiña”.

A lo largo de todo el pregón se percibe en sus palabras un profundo respeto hacia el pueblo al que se dirige, sabiendo que sus fiestas son su tesoro más preciado. “El año pasado ocurrió la circunstancia feliz, la ocasión alegre, de venir a Petrel a presenciar sus fiestas y desde entonces su conocimiento es algo entrañable para mi. Ha pasado de ser algo literario o paisajístico para convertirse en algo vivo, palpitante y tan querido que se me hace imposible pasar por la carretera sin recorrer aunque sea solo unos momentos sus calles. Porque sus fiestas han realizado este hecho de convertir en cosa propia lo que antes era lejano…”.

Una breve conversación telefónica con María Antonia Rodulfo Boeta demuestra que, a pesar de sus 94 años, recuerda con mucho cariño Petrer y aquel pregón en el que tuvo el honor de hablar para un pueblo fervoroso con sus fiestas. Su voz rota por la vejez y sus pausas eligiendo la palabra y el recuerdo adecuado denotan su amplia experiencia vital. Durante la charla, rememora con alegría la experiencia de ser pregonera de Petrer como si hubiese ocurrido el mes pasado. Aún tiene presente en su memoria los colores, el esplendor y la hospitalidad de un pequeño pueblo levantino que la hizo su pregonera hace 50 años.

Con este escrito queremos destacar que en 1968 las fiestas de Petrer fueron pregonadas por una MUJER, María Antonia Rodulfo Boeta. Una señora que nada tenía que ver con nuestro pueblo y mucho menos con nuestras fiestas. Que en un principio vino por un compromiso laboral y personal adquirido con ciertas autoridades locales. Sin embargo, realizó esta labor con mucho respeto y comprensión del honor otorgado. Incluso, su sentido del deber no le apartó de este propósito tras las muerte de su hermano unos días antes de realizar su viaje a Petrer. Por todo esto, hemos querido rescatar del olvido a esta mujer y ponerla en el lugar que se merece en nuestra localidad y en nuestra fiesta.

Para finalizar y como muestra de la vida de nuestra pregonera cercana a la cultura e intelectualidad de su momento invitamos al lector a que lea un artículo de Javier Marías en el que se la nombra.

 

 

 

 

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